El Parque de la Insolidaridad
Tres años después de haber iniciado los estudios para relanzar el tradicional y bien puesto (hasta entonces) Parque de la Reserva que, según refiere Antonio Zapata , “...como monumento es uno de los más importantes de Lima, el parque público por excelencia, donde el paseante disfruta de obras de arte en su recorrido. Se trata de un clásico, tanto por su concepción como por su historia, porque fue levantado en honor de los reservistas civiles que se inmolaron en la batalla de Miraflores” (El Peruano edición del 14.03.07), nuestro alcalde metropolitano está a punto de reinaugurarlo.
En efecto, durante el año 2004 se gastó cerca de doscientos mil soles en “estudios” que no fueron ni expuestos al público ni consultados a la comuna ni sometidos al escrutinio de urbanistas e ingenieros. El año siguiente, en procesos concursales poco claros, se otorgó la buena pro a una firma española para que instale 13 piletas ornamentales dentro del perímetro del parque y se gastó, ese mismo año, un total de nueve millones trescientos veinticuatro mil soles. Finalmente, durante el 2006, se desembolsó una cifra superior a los treinta y nueve millones de soles en piletas y remodelación. Con todo este dinero que sumado al 31 de diciembre de 2006[1] arroja una cifra superior a los 15,25 millones de dólares (a un tipo de cambio promedio de 3,2 soles por dólar), nuestro alcalde, poco solidario en este propósito, nos ofrecerá esta semana el más fastuoso despilfarro de recursos en obras intrascendentes y de cuestionable gusto.
Que Lima necesita parques es un hecho indiscutible. Son escasas las áreas verdes y más aún los grandes parques de uso público en los que la comuna capitalina debe invertir. Desarrollar un costoso monumento a la cultura chicha y llamarlo Circuito Mágico del Agua[2], es una opción que no puede descartarse pues podría responder a la gran diversidad cultural que la ciudad alberga y a la no menos acentuada presencia de sincretismos o fusiones en gustos, costumbres y arquitectura en la idiosincrasia capitalina.
Pero hacerlo desfigurando un parque “de arquitectura clásica y de inspiración nacional e indigenista” (ob. Cit) parece ser un desacierto enorme.
Resuenan aún las palabras de Castañeda en el debate público aceptado a regañadientes durante la última campaña electoral: “la remodelación del Parque de la Reserva no le ha costado nada a la Municipalidad....hay un inversionista privado, una institución financiera que no puedo revelar aún, que ha corrido con los gastos”. Debo recordarle señor alcalde que usted faltó a la verdad pues la inversión es íntegramente municipal y que sería muy conveniente y saludable que rinda cuentas de inmediato sobre el particular. Esperamos que informe a limeñas y limeños y que les garantice que sí podrán seguir usando su parque sin costo alguno, como durante los últimos ochenta años; que se compromete como alcalde a no fomentar la organización de ferias de comercio ni de viandas dentro del parque pues terminará estropeándolo además de trastornar su fin público y de libre disfrute en fuente de ingresos para privados; que para futuros parques consultará con la ciudadanía.
Si hoy visitamos el Parque de Lima o la Alameda Chabuca Granda veremos lo que no debe hacer una administración municipal responsable: los han convertido en ferias permanentes y los han desfigurado con armazones de tela y metal con los que construyen los recintos comerciales. Lima merece mucho más.
Lima, 26 de julio de 2007.
(Publicado en el diario La Primera)
[1] Falta sumar los gastos residuales en los que ha incurrido la comuna durante el primer semestre de 2007 y de los que aún no hay información disponible.
[2] La invitación oficial a la inauguración prevista apuradamente para el jueves 26 de julio –pues la Corporación Inca Kola ha tomado el parque a partir del 27 para el Festival Gastronómico que dará inicio a la explotación privada del parque- viene acompañada del Certificado Guinness por ser “el complejo de fuentes más grande del mundo en un parque público”.
En efecto, durante el año 2004 se gastó cerca de doscientos mil soles en “estudios” que no fueron ni expuestos al público ni consultados a la comuna ni sometidos al escrutinio de urbanistas e ingenieros. El año siguiente, en procesos concursales poco claros, se otorgó la buena pro a una firma española para que instale 13 piletas ornamentales dentro del perímetro del parque y se gastó, ese mismo año, un total de nueve millones trescientos veinticuatro mil soles. Finalmente, durante el 2006, se desembolsó una cifra superior a los treinta y nueve millones de soles en piletas y remodelación. Con todo este dinero que sumado al 31 de diciembre de 2006[1] arroja una cifra superior a los 15,25 millones de dólares (a un tipo de cambio promedio de 3,2 soles por dólar), nuestro alcalde, poco solidario en este propósito, nos ofrecerá esta semana el más fastuoso despilfarro de recursos en obras intrascendentes y de cuestionable gusto.
Que Lima necesita parques es un hecho indiscutible. Son escasas las áreas verdes y más aún los grandes parques de uso público en los que la comuna capitalina debe invertir. Desarrollar un costoso monumento a la cultura chicha y llamarlo Circuito Mágico del Agua[2], es una opción que no puede descartarse pues podría responder a la gran diversidad cultural que la ciudad alberga y a la no menos acentuada presencia de sincretismos o fusiones en gustos, costumbres y arquitectura en la idiosincrasia capitalina.
Pero hacerlo desfigurando un parque “de arquitectura clásica y de inspiración nacional e indigenista” (ob. Cit) parece ser un desacierto enorme.
Resuenan aún las palabras de Castañeda en el debate público aceptado a regañadientes durante la última campaña electoral: “la remodelación del Parque de la Reserva no le ha costado nada a la Municipalidad....hay un inversionista privado, una institución financiera que no puedo revelar aún, que ha corrido con los gastos”. Debo recordarle señor alcalde que usted faltó a la verdad pues la inversión es íntegramente municipal y que sería muy conveniente y saludable que rinda cuentas de inmediato sobre el particular. Esperamos que informe a limeñas y limeños y que les garantice que sí podrán seguir usando su parque sin costo alguno, como durante los últimos ochenta años; que se compromete como alcalde a no fomentar la organización de ferias de comercio ni de viandas dentro del parque pues terminará estropeándolo además de trastornar su fin público y de libre disfrute en fuente de ingresos para privados; que para futuros parques consultará con la ciudadanía.
Si hoy visitamos el Parque de Lima o la Alameda Chabuca Granda veremos lo que no debe hacer una administración municipal responsable: los han convertido en ferias permanentes y los han desfigurado con armazones de tela y metal con los que construyen los recintos comerciales. Lima merece mucho más.
Lima, 26 de julio de 2007.
(Publicado en el diario La Primera)
[1] Falta sumar los gastos residuales en los que ha incurrido la comuna durante el primer semestre de 2007 y de los que aún no hay información disponible.
[2] La invitación oficial a la inauguración prevista apuradamente para el jueves 26 de julio –pues la Corporación Inca Kola ha tomado el parque a partir del 27 para el Festival Gastronómico que dará inicio a la explotación privada del parque- viene acompañada del Certificado Guinness por ser “el complejo de fuentes más grande del mundo en un parque público”.
Comentarios