Retórica para la cazuela electoral
Sorprende escuchar las respuestas de Hernando
de Soto al rush de entrevistas que ha suscitado el precipitado anuncio de su
nombramiento como ZAR para la
Formalización del Perú por parte de la Sra. Fujimori. En efecto sorprende mucho
pues, a falta de propuestas serias, pareciera que les resulta más sencillo
recurrir al palabreo, al rollo generalista, a la soberbia inflamada de este
caballero itinerante que negocia y exige privilegios para él antes que proponer
soluciones. Sorprende que diga “vamos a estudiar qué pasa en el Perú, qué
piensan los peruanos y qué necesitan” para, en base a lo que se descubra,
plantear “referéndums en cada zona y tema en donde se presenten conflictos”.
Vaya, vaya. Entonces parece que estamos frente
a un señor que reduce la compleja trama socio-económica de la informalidad a la
esfera de derechos económicos de buena parte de los sectores populares del país
y los conflictos asociados al desarrollo de inversiones minero petroleras. Le
preocupa titular a los comuneros amazónicos, a los tenedores de terrenos y
viviendas en zonas vulnerables o prohibidas y a los mineros informales (estos
últimos que según él son como 2 millones sin considerar a sus familias!!! -frase
textual en entrevista a RPP del lunes 9 de mayo). Santo remedio según su
parecer.
Sin duda tales dificultades para el ejercicio
de derechos y los conflictos asociados a ello son algunos síntomas del problema
pero no alcanzan a explicar ni los fundamentos ni la esencia de muchos de nuestros
graves problemas de funcionamiento como sociedad (algunos de los cuales se
remontan a la época en que gobernó el Sr. Fujimori, padre preso de la señora en
cuestión).
Si esta mirada palabrera y el rollo confuso
salpicado de referencias históricas -que a mi juicio no son comparables como la
alusión a procesos remotos de transición medieval- nos ofreciera pistas para
entender nuestra dinámica real entonces habría que, siguiendo su receta
internacional, someter a referéndum un
enorme listado de situaciones como:
a)
La
precaria institucionalidad policial y su estilo organizativo de medio tiempo
para la función pública y medio tiempo a la venta al mejor postor lo que
constituye el eje central de un diseño funcional a la corrupción;
b)
El
modelo enloquecido y predominante de transporte público en nuestras ciudades
basado en la libertad individual y el abuso del oferente frente a una demanda
cautiva, creciente y sometida a “las leyes del mercado”;
c)
La
enorme dispersión gubernativa y la profusión asimétrica (en capacidades y
recursos) de los casi 2,000 niveles de gobierno;
d)
La
proliferación de oferta educativa a nivel superior de ínfima calidad y dudoso
propósito formativo que cobija a los reyes de la informalidad y el plagio como
dueños y señores de estos feudos;
e)
La
administración de justicia que padece de un generalizado desprestigio fruto de
su corroída estructura y composición, de su falta de eficacia, poca previsibilidad
y proporcionalidad por mencionar algunos aspectos centrales;
f)
El
sistema laboral público que, con el esfuerzo reciente de SERVIR pretende
unificarse bajo patrones claros de meritocracia, fomentó desde la década de los
noventas el formato de contratación por servicios personales sin derechos a
vacaciones ni pensiones;
g)
Y
un largo etcétera.
Este caballero tendrá, a no dudarlo, la
compleja misión de cuestionar una y otra vez a su mentora y el modelo económico
que impulsó su padre y cuyas líneas rectoras aún perduran en nuestro
ordenamiento. Tendrá que explicarle a doña Keiko la crucial importancia de
construir institucionalidad tanto en lo
privado como en lo público. También se verá obligado a mostrarle que una práctica usual de los evasores de
impuestos y de la legalidad es la creación de empresas efímeras que luego de
algunas operaciones desaparecen sin dejar rastro a imagen y semejanza de los
partidos políticos que sustentaron y sustentan la pretensión dinástica de su
familia.
Rafael García M.
Analista independiente, bloguero Ciudad para
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