Un anuncio amarillo
La Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) anunció ayer 5 de noviembre la construcción de una nueva vía expresa. Se trata de la materialización de una iniciativa privada que contribuirá, según sus promotores, a descongestionar la vía de Evitamiento. Las obras se iniciarán el próximo año y tomará 3 años culminarlas, costará alrededor de 570 millones de dólares y se construirá un túnel de 2 kilómetros bajo el cauce del río, ocho viaductos, 2 intercambios viales y algunos pasos a desnivel.
La Constructora OAS SRL de Brasil es la empresa encargada por haber presentado la iniciativa sin que ésta haya sido objetada ni por la administración municipal ni por otras empresas eventualmente interesadas en este tipo de inversiones urbanas. La misma constructora fue responsable de construir la autopista denominada Linha Amarela en la ciudad de Río de Janeiro. Confiamos en que nuestras autoridades, actuales o futuras, tomen la prudente y significativa decisión de no denominar esta iniciativa como Línea Amarilla tal como lo indican los anuncios de las noticias. Propongo que, desde ya, este desarrollo vial se llame Vía Expresa Rímac. Con ello revalorizaremos la importancia y preocupación metropolitanas tanto por nuestro deteriorado río como por el distrito que lleva su nombre.
Pero más allá de esta recomendación, que ya fue formulada directamente al Alcalde y que confío en que aceptará, a los limeños y limeñas debe preocuparnos tres asuntos claves:
a) El impacto social de esta construcción es importante. Muchas familias asentadas precariamente entre la margen izquierda del río Rímac y la Av. Morales Duarez deberán ser reubicadas. Esta es una oportunidad para que la MML junto con la empresa constructora, diseñen un programa de capacitación e incorporación de mano de obra de la zona en esta obra. De este modo no será solo un desalojo a regañadientes sino un programa de relocalización y oferta laboral concertado.
b) Los desafíos técnicos y de ingeniería que habrá que enfrentar demandan la formación de un comité multidisciplinario permanente para asistir, aconsejar y formular soluciones compartidas frente a los dilemas en intervenciones en el Centro Histórico, complicaciones para el acceso y cruces de peatones, la atención rápida de emergencias en la vía segregada, la implementación de un COSAC por Evitamiento sin que este recorrido forme parte de los planes originales del Programa de Transporte Urbano de Lima (PTUL), etc. La Municipalidad y los Colegios profesionales y otras instituciones privadas cuenta con experiencia en estas materias y sus órganos técnicos no deben quedar al margen de esta empresa.
c) La cuestión financiera es importante. La inversión anunciada la pagaremos los limeños. Aunque la empresa mencionada hará tres cuartas partes de la inversión antes de iniciar el cobro de peaje en todas las casetas que corresponda al área de influencia del proyecto (mecanismo por el que recuperará su inversión más sus utilidades durante los 30 años de concesión), no queda claro cuál es el nivel de compromiso de los flujos futuros de ingresos municipales que, como sabemos, son importantes en este rubro. Téngase en cuenta que los ingresos futuros de peaje están comprometidos hasta el 2013, año en que terminaremos de cancelar los bonos que se han emitido durante estos años. Recién a partir de allí se puede asignar parte de lo recaudado al repago de este contrato. Los próximos gobiernos de la ciudad encontrarán gran parte de los flujos financieros comprometidos lo que puede representar futuros escenarios de conflicto.
Una reflexión final. Lima requiere de un nuevo esfuerzo de planeamiento integral y de amplia participación profesional y vecinal para su desarrollo. Nuestra metrópoli no puede seguir a ciegas el camino de un crecimiento disperso y extensivo que la hace inviable. Lima no puede continuar alentando un patrón de movilidad en el que predominan los automóviles y la contaminación descontrolada. Es hora de preguntarnos si no es mejor pensar, por ejemplo, en sistemas integrados y multi modales de transporte público. Imaginemos un sistema de tranvías moderno, silencioso y amigable con la calidad del aire como ocurre en otras metrópolis y convenzámonos que su fuerza integradora en lo social, ahorradora en lo económico y sanadora en lo ambiental es inmenso y diametralmente opuesto al de seguir construyendo autopistas.
La Constructora OAS SRL de Brasil es la empresa encargada por haber presentado la iniciativa sin que ésta haya sido objetada ni por la administración municipal ni por otras empresas eventualmente interesadas en este tipo de inversiones urbanas. La misma constructora fue responsable de construir la autopista denominada Linha Amarela en la ciudad de Río de Janeiro. Confiamos en que nuestras autoridades, actuales o futuras, tomen la prudente y significativa decisión de no denominar esta iniciativa como Línea Amarilla tal como lo indican los anuncios de las noticias. Propongo que, desde ya, este desarrollo vial se llame Vía Expresa Rímac. Con ello revalorizaremos la importancia y preocupación metropolitanas tanto por nuestro deteriorado río como por el distrito que lleva su nombre.
Pero más allá de esta recomendación, que ya fue formulada directamente al Alcalde y que confío en que aceptará, a los limeños y limeñas debe preocuparnos tres asuntos claves:
a) El impacto social de esta construcción es importante. Muchas familias asentadas precariamente entre la margen izquierda del río Rímac y la Av. Morales Duarez deberán ser reubicadas. Esta es una oportunidad para que la MML junto con la empresa constructora, diseñen un programa de capacitación e incorporación de mano de obra de la zona en esta obra. De este modo no será solo un desalojo a regañadientes sino un programa de relocalización y oferta laboral concertado.
b) Los desafíos técnicos y de ingeniería que habrá que enfrentar demandan la formación de un comité multidisciplinario permanente para asistir, aconsejar y formular soluciones compartidas frente a los dilemas en intervenciones en el Centro Histórico, complicaciones para el acceso y cruces de peatones, la atención rápida de emergencias en la vía segregada, la implementación de un COSAC por Evitamiento sin que este recorrido forme parte de los planes originales del Programa de Transporte Urbano de Lima (PTUL), etc. La Municipalidad y los Colegios profesionales y otras instituciones privadas cuenta con experiencia en estas materias y sus órganos técnicos no deben quedar al margen de esta empresa.
c) La cuestión financiera es importante. La inversión anunciada la pagaremos los limeños. Aunque la empresa mencionada hará tres cuartas partes de la inversión antes de iniciar el cobro de peaje en todas las casetas que corresponda al área de influencia del proyecto (mecanismo por el que recuperará su inversión más sus utilidades durante los 30 años de concesión), no queda claro cuál es el nivel de compromiso de los flujos futuros de ingresos municipales que, como sabemos, son importantes en este rubro. Téngase en cuenta que los ingresos futuros de peaje están comprometidos hasta el 2013, año en que terminaremos de cancelar los bonos que se han emitido durante estos años. Recién a partir de allí se puede asignar parte de lo recaudado al repago de este contrato. Los próximos gobiernos de la ciudad encontrarán gran parte de los flujos financieros comprometidos lo que puede representar futuros escenarios de conflicto.
Una reflexión final. Lima requiere de un nuevo esfuerzo de planeamiento integral y de amplia participación profesional y vecinal para su desarrollo. Nuestra metrópoli no puede seguir a ciegas el camino de un crecimiento disperso y extensivo que la hace inviable. Lima no puede continuar alentando un patrón de movilidad en el que predominan los automóviles y la contaminación descontrolada. Es hora de preguntarnos si no es mejor pensar, por ejemplo, en sistemas integrados y multi modales de transporte público. Imaginemos un sistema de tranvías moderno, silencioso y amigable con la calidad del aire como ocurre en otras metrópolis y convenzámonos que su fuerza integradora en lo social, ahorradora en lo económico y sanadora en lo ambiental es inmenso y diametralmente opuesto al de seguir construyendo autopistas.
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