La guerra de las papeletas

El Estado peruano es un pandemonio. El gobierno decretó, al iniciar la gestión de García II, una drástica reducción en el valor de las multas por infracciones a las reglas de tránsito, supuestamente basado en algún estudio que indicaba los beneficios de tal decisión. Luego de treinta meses y cientos de muertos y heridos en las pistas de la ciudad junto con un endiablado sistema de tránsito en el que mandael abuso y la necedad, los asesores del mismo presidente aplican una lógica pendular y elevan las multas a niveles siderales.
No funcionó la primera receta y dudo que funcione la segunda. Para que los sistemas regulatorios y sancionadores funcionen se requiere de un conjunto articulado defactores y voluntades que, en el caso nuestro parece no existir.
En primer lugar, es indispensable que la ciudadanía reconozca y acepte que un sistema ordenado, con reglas sencillas pero de estricto cumplimiento, es beneficioso para elconjunto. Para esto es indispensable tener con qué comparar el diseño salvaje y silvestre que tenemos con alguno diferente que funcione y brinde resultados apreciables por todos (o que sean reconocidos y asimilados socialmente).
En segundo lugar, es clave que la autoridad esté unificada y sea confiable además de contar con la suficiente fortaleza para desplegar campañas sostenidas que produzcan una creciente sensación de cambio y la certeza de que no habrá marcha atrás. Con municipalidades incompetentes y muchos policías corruptos y entregados a la transacción fácil, la misión se torna imposible. Para empezar no podemos continuarcon el perverso y mentiroso sistema de policía a medio tiempo que cuando está defranco pero con uniforme, cuida intereses privados incluso a costa de arrasar conlas reglas y normas. Tampoco es razonable que se excluya al servicio de serenazgo de la fiscalización efectiva del tránsito. Bien capacitados podrían ejercer esa funciónperfectamente.
En tercer lugar, es prioritario incorporar herramientas tecnológicas elementales para generar una base de datos integrada que interconecte, en tiempo real, datos depersonas (choferes, propietarios, record de infracciones) con datos de vehículos (características, seguros, récord de accidentes) y con datos administrativos (licencias de rutas, revisiones técnicas, credenciales administrativas diversas). De este modo, al momento de intervenir o colocar una infracción, el sistema informativo estatal debe garantizar que todos los actores, públicos y privados, interesados enordenar el tránsito y brindar calidad de vida a los habitantes de la ciudad, tendrán acceso y conocimiento pleno del sujeto que tienen al frente. No será lo mismo persuadir o multar a un principiante sin antecedentes de tropelías urbanas que tratar de enderezar a un terco impenitente y pertinaz incumplidor de las normas enla materia. Tampoco será lo mismo el costo de un seguro ni la decisión de un juez de tránsito si se cuenta con la información completa.
En cuarto lugar, es necesario que la ciudad ofrezca a transeúntes y conductores vías apropiadas, intersecciones seguras, semáforos calibrados y amables para con todos los usuarios (no sólo para los automóviles), redes de transporte público masivo organizado y previsible, paraderos de verdad y, todo ello, acompañado de señales claras de hacia dónde vamos para beneficio de todos. Entonces hay mucho que hacer ¿no es verdad?. Y es urgente que el Estado peruano, entodos sus niveles, trabaje de manera articulada y organizada, de la mano con la ciudadanía produciendo sinergias por el bien común, brindándonos la oportunidad –ojalá- para reformarnos y recuperar el placer de transitar o caminar por nuestra ciudad sin agresiones e inseguridades de ningún tipo.

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