Ni pobres ni diablos, sólo ciudadanos

Debatir sobre los modales del Alcalde Castañeda no es mi propósito ni creo que tenga sentido. Hay maneras que vienen desde la cuna y creo que ya está muy maduro como para que las cambie. Sólo diré que su estilo es muy distante de los usos y costumbres de un buen demócrata.

En una entrevista sabatina propalada por RPP, el alcalde tildó de “pobres diablos” y otros adjetivos a todo aquel que osa preguntar sobre su gestión. Responder así a las legítimas inquietudes y cuestionamientos del público, de algunos regidores metropolitanos y congresistas, nos deja con todas las preguntas sin resolver. Y es crucial tanto para la salud del proyecto de buses por corredor segregado –El Metropolitano- , como para la confianza de los futuros usuarios y para la magullada transparencia de la gestión pública (que lo es porque se ejerce desde el estado con dineros de los contribuyentes), que el alcalde responda con argumentos y con cifras específicas que sustenten, clara y técnicamente, los pretendidos incrementos en el presupuesto.

El alcalde debe responder por qué su proyecto es, a la vez, treinta por ciento más chico (11,6 km menos) y su presupuesto se duplicó desde el 2004. El Alcalde debe explicarnos cómo le ha afectado al Metropolitano los sucesivos cambios en el equipo gerencial desde el 2003 y las constantes postergaciones de los principales procesos licitatorios con la consecuente reelaboración de expedientes técnicos y bases concursables.

Nos debe también una explicación clara sobre la pérdida por diferencial cambiario que, en teoría, sólo afecta a las porciones de gasto que se han ido pagando con las sucesivas conversiones de dólares provenientes de los créditos con el BID y el BM. Si la mayor cantidad de licitaciones no se han realizado aún, ¿en qué se gastó el dinero? Será mejor que nos explique con qué criterios seleccionó a los directores y gerentes de PROTRANSPORTE y a qué se debe su constante rotación cuando se trata de un solo proyecto que está en construcción por lo que debería mantener el equipo a menos que éste no haya sido lo suficientemente competente. De la misma forma debe responder si las marchas y contramarchas, que se traducen en demoras inaceptables para este tipo de proyecto que cuenta con un planeamiento riguroso, no han generado sobrecostos y cuál es la magnitud precisa de los mismos.

Finalmente creo que está obligado a sustentar las evidencias que hacen que este proyecto sea, en promedio, tres y media veces más caro por kilómetro que el promedio de costo de doce otros proyectos comparables en América Latina y el Asia. En efecto, mientras que el Interligado de Sao Paulo costó 3,5 millones de dólares por kilómetro, el Beijing BRT costó 4,8; el Metrobús de Ciudad de México 2,8; el RIT de Curitiba 2,4; el Megabus de Pereira 2,89; el Trolebús de Quito 5,9 , nuestro Metropolitano de Lima costaría 11,94 millones por kilómetro. El alcalde y sus voceros sostienen que no son comparables pues nuestro sistema tendrá una gran estación central que los otros sistemas no tienen (quizá porque técnicamente no era tan necesaria). Concediendo con ese argumento y deduciendo su costo de alrededor de 30 millones de dólares, el indicador sigue extremadamente alto: 9,77 millones de dólares por kilómetro o 2,8 veces el promedio de costos de los demás sistemas.

De modo que más argumentos y cifras claras, mejores respuestas y menos insultos. Es su obligación. Quizá de ese modo mejore su humor y Lima pueda empezar a querer la transformación del transporte público que este sistema promete.

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